Heroínas de la Independencia / Calle de la Victoria

Heroínas de la Independencia / Calle de la Victoria

Heroínas de la Independencia

La participación de las mujeres fue fundamental en la Guerra de la Independencia y, en particular, en la Batalla de Salta.

Las mujeres de la independencia conformaban una red de espionaje femenina que buscaba inmiscuirse en la realidad de los enemigos para investigar sobre las condiciones de los realistas, hacerlos pasar de bando e informar hasta el último detalle.

Muchas historias resuenan en los rincones de la ciudad a raíz del sistema organizado de información que motivaba el espionaje continuo en el propio cuartel de los españoles.

Las llamadas «bomberas», era un verdadero escuadrón de espías que llevaban mensajes secretos para los patriotas escondiéndolos en los dobladillos de sus polleras, en huecos de troncos de árboles o en canastas de lavanderas. Las más osadas entablaban amistades y hasta amores con milicianos que sucumbían “aflojando la lengua” y, a veces, hasta la voluntad, cambiándose al bando patriota.

Al momento de dedicarse con obstinación a su objetivo, no importaba el origen ni rango social para inmiscuirse y espiar: “desde la negra esclava hasta la matrona de más alcurnia”. No había reunión, ni visita, ni parte emanado del ejército, o con las familias realistas de su confianza y amistad donde no se infiltrara su espíritu minador y atrevido, tratando de robar los secretos y dar las alarmas necesarias.

JUANA MORO DE LÓPEZ, “La Emparedada” (1785-1874)

Creadora de una red de espionaje femenina, pregonó la independencia nacional hasta casi morir por ella, tras las paredes de su casa.

Fue una dama que utilizó sus encantos y la oratoria para conquistar españoles y sacarles información sobre cómo iban a realizar sus movimientos en las batallas. Sedujo al Marqués de Yavi, quien gobernaba Salta, y lo convenció de abandonar la lucha contra los patriotas.

Fue detenida y condenada a morir encerrada y tapiada en su propio hogar. De ahí su apodo “La emparedada”.

 

MARTINA SILVA DE GURRUCHAGA (1790-1874)

Protagonizó la participación directa en el combate  en la Batalla de Salta. Colaboró con el Ejército del Norte y el General Manuel Belgrano, haciendo la donación de paños para uniformes y dinero para comprar armamento, que se usarían en la victoria de 1813.

Cuenta la historia que aquel 20 de febrero, Martina participó del combate liderando “Los ponchos azules”, como se conoció a su batallón por el color de la ropa, que ingresó a la ciudad desde Lomas de Medeiros. Fue la primera en hacer rendir a los españoles, quitarles el pendón y la bandera real. Belgrano, en su honor, le otorgó el grado de “Capitana del Ejército”. Más tarde, siguió colaborando con el general Güemes en la Guerra Gaucha.

 

 MARÍA SÁNCHEZ LORETO PEÓN (1777-1870)

Se destacó especialmente como jefa de Inteligencia de la Vanguardia del Ejército del Norte, cargo que ocupó desde 1812 a 1822, durante toda la épica Guerra Gaucha.

Lideró un grupo conformado por amigas y conocidas, ayudadas por sus hijos pequeños y sus criadas. Para tener una comunicación rápida esta desarrolló un simple e ingenioso sistema: un buzón natural en medio de la nada. Un árbol al que se le había hecho un hueco y luego vuelto a tapar con la misma corteza, cerca de donde las criadas iban todos los días a lavar la ropa y a buscar agua. Ellas transportaban el papel con la ropa sucia y lo dejaban en el hueco sin ser vistas. Luego, algún soldado patriota lo retiraba a la noche y dejaba a su vez instrucciones y pedidos de información.

No se les escapaba nada. Ni siquiera la cantidad de soldados realistas que había en cada momento. María se disfrazaba de viandera e iba con su canasta de comida en la cabeza y granos de maíz en los bolsillos a sentarse a la plaza donde estos acampaban. Cuando aparecía el oficial y empezaba a contar uno por uno los nombres, ella pasaba un grano de maíz de un bolsillo a otro por cada presente y luego enviaba esa información a través del buzón del árbol. Dicen que hasta de india se disfrazó, para sentarse en los portales a vender pasteles y espiar.

 

MARIA MAGDALENA DALMASA GUEMES “MACHACHA” (1787-1866)

Hermana del prócer salteño, fue una colaboradora ferviente de la lucha por la independencia. Colaboró en el armado del ejército de gauchos para su hermano, que pasaría a la historia como los “infernales”. 

Fue reconocida como la Primera Mediadora de Salta debido a su accionar para lograr la firma del Pacto de los Cerrillos, que le permitió al Congreso de Tucumán sesionar con tranquilidad. Macacha fue apodada “madre del pobrerío”, por su simpatía con las clases menos favorecidas de la sociedad.

Macacha luchó codo a codo junto a su hermano y con su madre fueron eficaces propulsoras de la causa patriota en el norte, interviniendo personalmente en los actos públicos y de guerra. Mientras su hermano se encontraba al frente de sus “Infernales”, fuera de la ciudad, era ella quien tomaba las riendas del gobierno salteño.

Fueron varias las conspiraciones en contra de Güemes que tuvo que desbaratar, y cuando en 1819, los opositores organizaron el partido “Patria Nueva”, ella formó el “Patria Vieja”, junto a su madre, su esposo y otras personas. El “gauchaje” se sublevó para liberar a la “Madre del Pobrerío” y a los demás detenidos, protagonizando lo que se conoció como la “Revolución de las Mujeres”.

 

MARÍA REMEDIOS DEL VALLE (1766-1847)

Fue una de las primeras enfermeras de la historia argentina que acompañó al Ejército Patriota en toda la Campaña del Alto Perú. La llamaban La Capitana y Madre de la Patria.

Ella, como muchas otras mujeres, acompañaba a la tropa alimentando a los soldados, curando heridos y también peleando junto a ellos, codo a codo. Fue tan valiente esta mujer afrodescendiente que hasta logró escapar de los españoles luego de haber sido herida de bala y tomada como prisionera. 

Su determinación y osadía fue reconocida por el propio Manuel Belgrano quien la premió y le dió el grado de Capitana. Ahora era la Capitana María Remedios del Valle. Belgrano la llamó entonces La Madre de la Patria y los soldados a quien había cuidado la llamaron así también.

 

JUANA MANUELA TORINO, MARÍA PETRONA ARIAS Y ANDREA ZANARRUZA

Formaron parte del grupo de bomberas, mujeres espías de los realistas, que también colaboraron con Martín Miguel de Güemes.

Calle de la Victoria

La Batalla de Salta dió lugar a la denominación “Calle de la Victoria”, actual Calle España. En 1813, después de la Batalla de Salta, lo que era conocido como Campo de la Tablada pasó a llamarse “Campo de La Cruz” y la calle del Yocsi que significada salida en vocablo indígena, pasó a denominarse Calle de la Victoria”. Por aquí ingresó el General Belgrano, luego de vencer la batalla hacia el casco urbano.

En la intendencia de Abel Zerda, en el año 1900, esta calle pasó a llamarse paradójicamente “España”, hasta la actualidad.

Y vos, ¿cómo pensás que debería llamarse?