El Cabildo histórico de la ciudad es el único en el país que se mantiene en su forma completa. Sus atributos lo convierten en una verdadera joya arquitectónica del periodo colonial.
Se ubica sobre calle Caseros, antiguamente conocida como la calle del comercio, la cual posee la particularidad de dividir la ciudad en norte y sur.
Este edificio nos habla de los primeros momentos de Salta como ciudad organizada, ya que era la institución encargada del gobierno de la ciudad y su jurisdicción.
A través de los años, fue utilizado con diferentes fines, funcionó como Casa de Gobierno, cárcel y Policía de la provincia, también fue ocupado por inquilinos, por locales comerciales y como hotel.
Actualmente en su interior funciona el Museo Histórico del Norte, en donde se destacan la sala de Arqueología, la de Arte Sacro y una sala destinada al Gral Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano.
En 1937, fue declarado Monumento Histórico Nacional y desde 1949, es sede del Museo Histórico del Norte.
El cambio de guardia en el Cabildo, es una de las ceremonias tradicionales más emotivas, que no podes perderte si visitas la ciudad.
El Cabildo nos habla de los primeros momentos de Salta, sin negar la preexistencia de quienes habitaban nuestra ciudad antes de la llegada de los españoles.
El 16 de abril de 1582, el Licenciado Don Hernando de Lerma, en nombre de la Santísima Trinidad, de la Virgen Santa María, del Apóstol Santiago y de Su Majestad el Rey de España, fundó la ciudad de Lerma en el valle de Salta, distribuyendo los solares para el Cabildo, la Catedral y los primeros vecinos.
La fundación era algo más que un acontecimiento histórico, era también un acto jurídico que daba existencia y funciones a un grupo humano hasta entonces desprovisto de toda organización. Era la institución encargada del gobierno de la ciudad y su jurisdicción. Asumió funciones de policía, administración, abasto y justicia.
El cabildo nacía cuando el fundador de la villa o ciudad señalaba el solar para la Casa Capitular y elegía los primeros miembros que constituían dicho organismo. Las personas que ocuparían estos cargos debían tener reconocida integridad y rectitud moral. Los cargos debían ser ocupados por personas que residieren en la ciudad y no en las lejanías de ella; vecinos que tuvieran cinco años de residencia en la ciudad. No podían ser reelegidos los alcaldes y regidores. Era difícil encontrar en ciudades pequeñas personas de la calidad requerida. Muchas veces no podía cumplirse la elemental ordenanza de la Corona que decía “que sepan los capitulares leer y escribir”.
Funciones del Cabildo
Dicha institución tenía en sus manos la resolución de problemas complejos y diversos entre sí. En el asiento de una ciudad podían ocurrir algunos desastres organizativos, los cuales debía ordenar con mano dura, preocupándose de dictar ordenanzas para ello.
Tuvo que dictar decretos para que los dueños de los perros aten a sus animales durante el día y los suelten durante la noche, lo que debía evitar inconvenientes entres los pobladores y posibles ataques de los perros. Así también se prohibía que los que criaban cerdos los dejaran andar por las calles.
Se encargaba de la limpieza de las acequias, cuidado de puentes y caminos, reparación y encauce de ríos. También tenía funciones electorales, es decir con la potestad de elegir a sus componentes.
Otra función era la de registro de títulos, ya que toda autoridad eclesiástica o civil, toda facultad que se hubiere de reconocer, tenía que acudir al Cabildo y exhibir ante éste sus credenciales. También supo funcionar como cárcel, para quienes no cumplían con la ley.
¿Sabías que el gobernador interino Tomás Arrigúnaga y Archondo en su proyecto de realizar nuevas obras, utilizó a los presos de la cárcel para construir la galería porticada que da acceso a la planta alta del Cabildo?
Se preocupó también por formular ordenanzas para evitar el deservicio de Dios prohibiendo que tabernas y tiendas abrieran sus puertas los días domingos a la hora de misa, para que nadie se sintiera tentado a olvidar sus obligaciones religiosas ni descuidara su vida espiritual. El descanso dominical era obligatorio, tanto para los españoles como para indios y negros. Esto debido a que Salta, como tantas otras ciudades, estaba impregnada de fe cristiana que la nutrió desde su primer día de existencia.
El edificio del Cabildo de la ciudad de Salta es el que más completo se ha conservado en la Argentina y constituye una verdadera joya arquitectónica nacional.
Su edificación no fue hecha toda a un mismo tiempo. Es producto de agregados muy equilibrados de distintas épocas, que ofrece expresiones populares españolas con formas reelaboradas en América, y tímidos elementos neoclásicos, simplificados y unificados todos por las condiciones técnicas y las limitaciones económicas.
En sus trescientos años de existencia como tal, experimentó una serie de reconstrucciones, reformas y ampliaciones, acompañando al crecimiento y complejidad de la ciudad. A pesar de haber tenido algunos momentos de descuido, constituye hoy en día uno de los cabildos mejor conservados de la Argentina, lo que coloca a Salta como una de las ciudades donde mejor ser conservó el patrimonio arquitectónico.
El primer edificio debió ser muy distinto al actual. Sabemos que hacia 1626 ya estaba edificado y su aspecto era muy sencillo. Posiblemente el Cabildo ya tenía dos plantas, al menos una parte. Veintisiete años después de esta fecha (en 1653), se acordó realizarle calabozos y una sala y aposento para que duerma el Alcalde.
Los materiales frágiles con que se construía y posiblemente una deficiente mano de obra, obligaba a permanentes refacciones. Tenía techo con torta de barro, barandas y rejas de madera, sus columnas del frente también eran de madera. Pero el temblor de 1692 posiblemente lo dejó bastante destruido por esta misma precariedad constructiva a la que nos referimos. En este sentido existe un documento que confirma que, veinticinco años después del temblor, el gobernador comunica a su majestad que Salta se encontraba sin Cabildo y debía reconstruirse.
En 1783 se crea por Real Cédula la Intendencia de Salta. Allí suponemos una nueva construcción del Cabildo. Con más documentación en mano y mejor analizada, ahora se puede asegurar que tuvo tres obras distintas y existentes aún. Dos de ellas se hacen a fines del siglo XVIII cuando se reforma la recova del frente reemplazando los corredores de madera por arcadas de mampostería, se colocan lajas en el patio y en el “corredor bajo de las casas” (en este caso el término “casas” está referido a lo que hoy conocemos como habitaciones) se construye la torre y se colocan tejas en los techos y la galería de planta alta se realiza en azotea y terminación con pretil (gobierno de Mestre – 1777 a 1790; y gobierno de León y Pizarro – 1790 a 1797).
Estas reformas se realizaron con motivo de la proclamación del Rey Carlos IV, y en la misma el maestro de carpintería Francisco Torán se encargó de construir la escalera y el magnífico balcón volado cuyas ménsulas están talladas con figuras antropomorfas. También el maestro herrero José Marzan y Montes, realizó las barandas de hierro de la planta alta, incluyendo las del balcón. Presentaban dos leones de metal amarillo como ornamento de terminación. En estas fechas también se aprovechó para pintar paredes externas y algunas internas. En las obras participaron, además de los maestros, oficiales albañiles, algunos presos y negros.
A principios del siglo XIX (gobierno de Arrigunaga y Archondo – 1807 a 1809), se construyó la galería aporticada del patio principal. Considerando la necesidad de contar con un reloj, se decidió construir una torre en la que se colocó uno que había pertenecido a la iglesia de los Jesuitas. Serviría para avisar a los magistrados las horas de audiencia y despacho, y para que el resto de la población, tanto durante el día como la noche, distribuyera sus horas de trabajo, recogimiento y reposo. Sería manejado por el portero dentro de sus funciones. Luego de una reunión de vecinos con los albañiles de más crédito, se decidió que el lugar más adaptable para esta obra sería el centro o medio del edificio partiendo del cuadro de los cimientos de las dos habitaciones centrales (y coincidentes en planta baja y alta) para no cargar el resto del edificio, dada su debilidad, y buscando minimizar los costos que ello acarreaba.
La torre entonces es una estructura independiente, adosándose plenamente a los muros interiores. La altura estuvo condicionada por la sugerencia del relojero que indicaba las medidas para el correcto manejo de las pesas y cuerdas. Su terminación muestra mayor elaboración, remarcada por pilastras toscanas de doble capitel, cornisas muy salientes y ornamentación con cuatro pináculos de cerámica esmaltada de color verde, al igual que el extradós y el basamento de las pilastras. Su chapitel fue revestido también con piezas rectangulares de cerámica esmaltada color verde, crema y marrón. En su extremo se colocó una veleta de hierro forjado y chapa recortada que representa un pajecillo, conocido como “El diablito del Cabildo”.
Estas reformas coinciden con la época en que Salta gozaba de una mejor situación económica a raíz de sus relaciones comerciales con el Alto Perú y el Perú.
Cuando el Cabildo dejó de cumplir sus funciones oficiales originales, continuó como sede de la Casa de Gobierno y Policía de la Provincia hasta 1880.
Durante el gobierno del doctor Martín Gabriel de Güemes, en 1889, fue vendido en pública subasta. Fue ocupado por inquilinos y locales de negocios como una fábrica de cigarros, hotel, casa de modas, ferretería, café y restaurante.
En los primeros años del siglo XX se demolió el ángulo noroeste del Cabildo para la construcción de una vivienda en planta alta y local comercial en planta baja, perdiéndose con ello la Sala Capitular y quedando 3 arcos menos en planta alta y 4 arcos menos en planta baja.
A pesar de toda la documentación existente y analizada, no puede determinarse a ciencia cierta cuáles son los sectores más antiguos del Cabildo. A pesar de ello se supone que la parte más antigua puede llegar a ser el ala oeste, dado el espesor de sus muros, que haciendo la salvedad de sostener un piso superior, el extremo suroeste mantiene las mismas dimensiones y sólo tiene una planta.
En general los cimientos son invariablemente de piedra con argamasa, en algunos casos hasta los cincuenta u ochenta centímetros por sobre el nivel del suelo. Los muros son por lo general de adobe unidos con mortero de barro. En cambio, el frente aporticado de la recova, así como la galería del patio principal, los tres arcos originales de los corredores del patio principal, y los tres arcos originales de los corredores del patio mayor, son de ladrillo y piedra con mortero de cal y arena. La torre está conformada por un alto basamento de piedras para continuar en adobe hasta más o menos la altura del techo de la segunda planta, donde comienza el ladrillo hasta su terminación.
El edificio quedó así, conformado con el aspecto que hoy se conoce, ocupando un cuarto de la manzana: Tenía seis patios intercomunicados rodeados de distintas dependencias, de los cuales en la actualidad se conservan tres completos y dos fragmentados.
De estos patios, sin duda el más importante era el que corresponde al acceso a la planta alta, donde se desarrollaban las actividades más dignas e importantes como las reuniones de los cabildantes en la Sala Capitular. En el segundo patio, de proporciones mayores que el principal y rodeado en sus cuatro costados por corredores aporticados, se encontraban los locales que pertenecían al cuartel general, los calabozos de la cárcel pública y su cocina, mientras que los locales de planta baja que daban a la calle eran alquilados a comerciantes como una renta para el Cabildo.
La conexión entre los patios se efectúa mediante pasillos. Estos no se encuentran enfrentados axialmente sino que lo hacen mediante directrices quebradas, viejo planteo muy utilizado en España que responde a esa arquitectura popular de tradición mudéjar.
Los dos patios principales se conectan con el exterior mediante amplios zaguanes, cuyas entradas se encuentran enmarcadas por pórticos con pilastras y molduras sobre la puerta, para realzar su importancia.
En los intentos de dar una fachada simétrica, quedó por resultado una arquitectura verdaderamente interesante. El ordenamiento sobre la base de un eje de simetría se ha intentado organizando una fachada aporticada con dos series rítmicas de arcos y colocando en el centro del conjunto un balcón en planta alta, sobre el que se insinúa un tímpano o frontispicio, elemento totalmente formal que pretende acentuar la centralización del conjunto. Sin embargo, esta ubicación está ligeramente desfasada respecto de la torre. Por otra parte, la necesidad de enfatizar las entradas principales, que no coincidían con la composición axial ni estaban simétricamente dispuestas, obligó a que la arcada correspondiente fuera mayor, pero sin modificar la modulación del nivel superior, lo que produjo un desfasaje respecto de la arquitectura inferior.
Una de estas entradas fue jerarquizada además por la inclusión de pilastras con rehundidos que la enmarcan en los dos niveles, y un resalto muy simple en la arcada que la encierra. Se cree que este recurso fue utilizado en todo el nivel superior pero debió perderse en el transcurso de las sucesivas modificaciones.
En la otra entrada, acceso al patio mayor, se ha utilizado el mismo recurso pero reducido a planta baja, evidenciando su carácter secundario respecto de la primera.
Este intento de lograr una cierta simetría pero sin dejar de marcar las entradas principales, han dado como resultado una fachada dinámica, un tanto inquietante pero de gran equilibrio compositivo.
Es interesante señalar la presencia de rasgos neoclásicos tempranos en las obras de 1789 y 1808, algunas todavía incipientes y de pobre calidad, pero que anticipan su presencia y que juzgamos merecen señalarse.
Estos rasgos están dados principalmente por la presencia de techos de azoteas en el sector de galería de planta alta sobre la fachada, terminados con pretil opaco y gárgolas de latón para descarga pluvial; modulación con pilastra de la galería interior de patio principal, y las expresas indicaciones para la construcción de la torre que sugería lo que “la buena simetría demanda”, que se concretó con la modulación de pilastras con pedestal, arcos de medio punto con extradós y pináculos de cerámica esmaltada.
El patrimonio del Museo revela gran parte de la historia de la región. Entre las piezas que se conservan hay elementos de las primeras aldeas agrícolas, como una escultura de piedra pulida del año 500 D.C; obras de arte sacro, mobiliario litúrgico -como por ejemplo el púlpito de madera tallada del siglo XVIII que perteneció a la compañía de Jesús- y piezas de numismática y medallística. Las distintas salas relatan la historia del mueble en esta región a través de piezas de los siglos XVIII y XIX realizados en nogal, roble y palo santo.
El Cabildo de Salta fue testigo de la vida de Güemes, funcionó como sede de su gobierno desde 1815 hasta 1819, época en que a petición del pueblo se lo designa como “Gobernador de la Intendencia de Salta”, que comprendía las actuales provincias de Salta y Jujuy y la región boliviana de Tarija. El Director Interino Álvarez Thomas lo reconoce a mediados de junio de 1815.
La sala del Cabildo muestra su sombrero de gala bicornio, adornado con mostacillas celestes y blancas y plumas de avestruz, que solía usar durante las ceremonias. Además presenta una réplica del sable que perteneció al General Güemes y la escribanía de viaje utilizada en sus campañas. Es posible encontrarse también con la lápida que primeramente figuró en su tumba, antes de que pasara al Panteón de las Glorias del Norte en la Catedral de Salta, al igual que una fotografía de la Capilla de El Chamical donde sus restos el 17 de Junio de 1821 fueron conducidos primeramente para ser sepultados. También encontramos un óleo con la figura de Güemes y sus gauchos.
Un cuarto circuito está dedicado al Período Independiente, tratando de unificar a diversos personajes que actuaron en Salta, pero dentro de un contexto histórico mayor. Se guardan objetos del Gral. Manuel Belgrano, entre los que podemos encontrar uniformes, armas, elementos personales y cuadros que marcan momentos de su historia.
Podemos apreciar el chaleco original de raso bordado de Belgrano que se encuentra expuesto con los costados doblados.
Diversas pinturas que nos cuentan de Belgrano en Salta. Belgrano a caballo, de autor anónimo y recientemente restaurado; se estima tiene una antigüedad de 100 años, realizado aproximadamente a principios del S. XX. Además es posible admirar el cuadro del emblemático abrazo de Belgrano y Pio Tristán luego de su capitulación en la Batalla de Salta. Otro cuadro ilustra el Río Pasaje que luego pasó a llamarse Juramento, donde Belgrano el 13 de febrero de 1813, hizo jurar obediencia a la Asamblea del Año XIII a sus soldados frente a la Bandera. Finalmente, hallamos un óleo con la figura de Estoquio Díaz Vélez que acompañó al General Belgrano en varias batallas como la de Nazareno, Vilcapugio, Ayohuma, Tucumán y Salta fue nombrado el 10 de marzo de 1813 gobernador de Salta por Belgrano.
Como testigos de las luchas por la independencia nacional, es posible también apreciar a la bandera española de la batalla de Pasco tomada por el General San Martín.
1. Proyecto de ley. En 1934, el Senador salteño Carlos Serrey, presentó un proyecto de ley estableciendo “monumento nacional” al edificio salteño, tomando como antecedente lo sucedido en la provincia de Buenos Aires. Entre 1932 y 1933, ante la posibilidad de que el Cabildo porteño fuera demolido para levantar en su terreno una construcción moderna como sede de la intendencia de Buenos Aires, el diputado Carlos Alberto Pueyrredón presentó el proyecto que suscitó el apoyo de la opinión pública, de los historiadores, de los directores de museos y hasta del propio Presidente de la Nación: el texto proponía restaurarlo y convertirlo en sede de un museo histórico evocativo de la Revolución de Mayo a fin de conservar los restos materiales de los episodios consagrados como “fundadores” de la nación.
El proyecto del senador salteño fue discutido en el Congreso el 3 de julio de 1934. Su autor lo defendió reafirmando la concepción de nación que ubicaba su centro simbólico en 1810 y 1816 pero destacando también los elementos de aquella tradición nacional hispanocatólica representada según él, por el edificio salteño: recordaba que los dos edificios que “personificaban” las dos grandes fechas de la historia eran la Casa Histórica de Tucumán y el Cabildo de Buenos Aires, por entonces abandonado a su suerte; pero también incluía el edificio capitular de su provincia, por su arquitectura colonial y por haber sido “el teatro de todo el desarrollo histórico del Norte”, desde el siglo XVI hasta las campañas por la Independencia.
La propuesta autorizaba al gobierno provincial a expropiar el edificio para conservar su arquitectura e instalar un museo histórico, social y artístico, pero ante la falta de presupuesto provincial, fue como en 1937 la administración nacional declaró monumento histórico nacional al edificio del Cabildo de Salta y autorizó al Poder Ejecutivo a expropiarlo con destino a museo histórico social y artístico invirtiendo la suma acordada en 1934 ($300.000). Aunque no se mencionaba la incumbencia del gobierno provincial en el futuro instituto como lo había querido Serrey, la ley establecía que la Nación aportaría el dinero para ponerlo en marcha.
2. Organización de Museos Históricos. En marzo de 1938, varios de los historiadores y hombres de la cultura involucrados en la gestación de prácticas e ideas vinculadas a la organización de museos históricos, se asociaron para participar de manera activa en la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos bajo dirección de Levene.
El 28 de marzo de 1945 el Ministerio de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública de la Intervención Federal oficializó la creación del Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes de la Provincia de Salta fijándose su inauguración el 16 de abril, aniversario de la fundación de la ciudad de Salta, como había propuesto Levene. El decreto establecía que funcionaría en el edificio del Cabildo cedido por la CNMyMyLH.
3. Inauguración del Museo Histórico del Norte. Finalmente, fue inaugurado el 14 de agosto de 1949, en un clima de intensa conflictividad local. El 31 de mayo el Presidente había aceptado la renuncia del primer gobernador peronista de Salta, Lucio Alfredo Cornejo Linares derivada de una feroz represión policial que dejó al menos 4 muertos y decenas de heridos. A eso se sumaban conflictos familiares, disputas jurídicas y luchas políticas intensas.
4. Dos museos convivientes. En 1950 el edificio donde había funcionado el antiguo Cabildo de Salta contenía dos museos históricos; el primero bajo jurisdicción de la provincia y el segundo de la nación. La convivencia del Museo Histórico del Norte de carácter nacional alojado en la planta baja del edificio capitular y del Museo Colonial, Histórico y de Bellas Artes de la Provincia en el primer piso, permaneció hasta 1982 cuando las colecciones de arte del éste último fueron trasladadas al Museo de Bellas Artes.
Hay tres en el mundo y una está en el Museo Histórico del Norte.
Perteneció al gobernador tucumano Ramón Paz Posse, quien la usaban para veranear con su familia y recorrer el camino desde Tucumán hasta Cafayate
De seis metros de longitud, fue el modelo de la marca más largo que la Renault haya construido. Llantas de madera rodado 20, faros de bronce, volante a la derecha y un motor de cuatro cilindros y cuarenta y cinco caballos de fuerza que tuvo la potencia para transitar los 220 kilómetros que separan a San Miguel de Tucumán de Cafayate, hoy circuito turístico por excelencia en la zona. Con caminos de cornisa, pendientes pronunciadas, senderos pedregosos donde sólo transitaban mulas y carros desafiaban los Valles Calchaquíes, la travesía, que hoy a velocidad prudente podría hacerse en tres horas, duraba tres días.
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Sin reserva previa, entrada libre y gratuita.
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