Es una de las pocas expresiones de arquitectura doméstica colonial del siglo XVIII que se conserva en la ciudad de Salta.

El refinamiento es el principal atributo de su arquitectura a pesar de las modificaciones realizadas desde 1782. La fachada fue reconstruida en base a documentos disponibles en archivos históricos, destacándose además su notable patio empedrado.

Se accede por un amplio zaguán a un primer patio pavimentado de lajas, recostado sobre la medianera oeste y desde donde nace una escalera para los aposentos de planta alta. Tres de sus lados están rodeados por habitaciones y le sigue un segundo patio comunicado por un paso ubicado en diagonal al primer acceso, quebrando así la conexión directa.

Las cerchas correspondientes al salón que divide el primero del segundo patio estaban blanqueadas con cal sobre la que se habían trazado elementales dibujos azules con pequeños detalles rojos. Por su parte, los entrepisos de las habitaciones que dan a la calle se asientan sobre vigas y canes muy bien tallados, denotando la mayor jerarquía de esos locales. No obstante, alguno de ellos debió adaptarse para comercio, por cuanto en el testamento fechado en 1808 incluía entre sus bienes raíces “la casa de su morada con tienda y trastienda”.

La fachada de composición simétrica, presenta una gran puerta de acceso a dos hojas con tableros salientes flanqueada pos pilastras simples y dintel adovelado. A cada costado se disponen ventanas con rejas de hierro y balcones en planta alta. El del centro, más importante en correspondencia con el acceso, presenta soportes tornapuntas de hierro forjado.